Carta 5. Consejos para el cuidado de la espalda

Carta 5. Consejos para el cuidado de la espalda

A continuación voy a enumerar unos cuantos consejos que, seguramente, leerás con atención esperando encontrar en ellos la fórmula magistral para solucionar definitivamente tus problemas de espalda.

Son consejos gratuitos y fáciles de llevar a la práctica, dos razones de peso para que no los hagas. Si, créetelo, aunque si eres de los que los integran e introducen en su filosofía de movimiento, es decir, en tu forma habitual de moverte, ENHORABUENA, habrás dado un grandísimo paso en dirección hacia la SALUD de la espalda.
            
Digo esto porque a lo largo del tiempo he comprobado que lo que cuesta poco se hace poco y se acaba olvidando, que parece que no es tan importante como lo que cuesta mucho.        También parece que las cosas sencillas y que se encuentran al alcance de nuestra mano son menos efectivas, que preferimos hacer 10 ejercicios dificilísimos, incluso imposibles, una sola vez en la vida o cuando tengamos crisis de dolor, o acudir a consulta para que nos receten medicamentos carísimos (por ejemplo, Arcoxia), con un sinfín de efectos secundarios e incompatibilidades pero si me quita el dolor da igual…, yo me lo tomo y encima lo cuento para que sepan lo malísimo que estoy y lo mucho que me esfuerzo por mejorar…

En fin, perdonadme por acelerar y derrapar, es que me pone mala esa actitud. De verdad, no me lo tengáis en cuenta, ya se me ha pasado.

No digo que los medicamentos no sean necesarios, o las terapias magistrales, ambos lo son en muchas ocasiones, pero si cuidáramos nuestra salud con estas pequeñas cosas que pueden formar parte de la vida como mantener una postura correcta en las acciones del día a día, beber el agua suficiente, comer fruta y verdura en cantidad, eliminar las grasas saturadas, caminar media hora diaria, etc., etc., podríamos necesitar menos los medicamentos y también podríamos ser mas felices…, porque el dolor da tristeza.

1  1. Camina erguido, con el cuerpo colocado en la línea perpendicular entre suelo y techo, evitando posturas lesivas típicas como las de flexión de cadera y también abandono de la zona dorsal.
·       La flexión de cadera en la ambulación produce sobrecarga lumbar y acortamiento crónico de los flexores de cadera (fibras altas del cuádriceps y psoas).
·       La hipercifosis provoca sobrecarga lumbar, de media espalda y aumento de la lordosis de la zona cervical, dibujando en tu espalda tres curvas mucho mas evidentes de lo que deberían ser y las tres pueden producir dolor y lesión.
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2  2. Cuando te sientes hazlo erguido, con la cadera neutra (isquiones clavados en el asiento) y la columna elongada. Hazlo aunque cueste y descansa de vez en cuando. Verás que, con el paso del tiempo, tienes que descansar menos y la postura que, al principio resultaba artificial e incómoda, se convierte en habitual, protectora y cómoda.

  3. Practica el cierre de costillas y la conexión del ombligo hasta que se vuelvan mecanismos automáticos en tu postura, y si nunca se vuelven automáticos es que no los estás practicando lo suficiente o no sabes como hacerlo. Se trata de colocar el abdomen plano, ni hundido hacia dentro ni prominente hacia fuera y hacer la intención, aunque no sea visible, de retirar la zona del vientre de la cinturilla del pantalón.

4  4. Respira con fluidez, sin bloqueos y aprovecha algunos momentos del día para hacerlo de manera consciente. Una respiración correcta, completa y amplia, es imprescindible para la  nutrición de la sangre, que necesita ese oxígeno para estar completa y realizar correctamente sus funciones orgánicas.

5  5. Aleja los hombros de las orejas y atrásalos con moderación. Esta posición de los hombros coloca las escápulas en su sitio anatómico correcto y genera menos carga en la musculatura del cuello y los hombros. Recuerda o apunta por primera vez en tu cuaderno de ruta que si sobrecargas arriba (zona dorsal, hombro y cuello) lesionas abajo y si sobrecargas abajo (zona lumbar y cadera) lesionas arriba.

     Podría seguir detallando pero seguro que, en este momento, redundaría en muchos, si no todos, los consejos de la lista, así que prefiero que hagas un batido con estos cinco, lo bebas cada mañana y más adelante continuaré aumentando la información.

Nota para mis alumnos: estoy segura de que muchos de vosotros habéis integrado esta lista en vuestro día a día, estoy segura porque se os nota. También estoy segura de que otros muchos no lo habéis hecho, aunque en el Estudio repitamos estas mismas cosas continuamente.

A vosotros, a ti, te animo a intentarlo, ¡!ÁNIMO!!, INTEGRA ESTAS CINCO ACCIONES. La verdad es que no es tan fácil como planteo en esta carta, acabar con los malos hábitos requiere un esfuerzo y bastante tiempo de trabajo consciente pero te aseguro que se consigue y el resultado merece la pena.

Un abrazo grande aunque no te conozca, abrazar también es terapeútico.


Por Vicky Timón
CARTA 4. De verdad estás haciendo rehabilitación?
Para algunos seguro que me estoy metiendo donde no me llaman porque no soy médico rehabilitadora, ni fisioterapeuta, ni ostento titulación alguna relacionada con la sanidad, sin embargo, sí con la salud. En los años que llevo dedicada a mejorar la movilidad de la gente he visto y no dejo de ver, es más, la cosa se va acentuando, que las rehabilitaciones prescritas por los seguros médicos privados son insuficientes. No distinguen en edad ni condición física del paciente, no distinguen entre una patología aguda ni crónica ni post quirúrgica. Da igual si el paciente mejora o no, las sesiones ni se modifican ni se alargan lo necesario.

Y lo mismo que lanzo al aire mi enfado al respecto también elogio la labor de los fisioterapeutas que, aún estando metidos es ese sistema de locos roñosos, hacen su trabajo como si estuvieran cobrando normal y no míseramente, haciendo lo posible por sanar en los pocos minutos que les dejan usar por sesión. A esos profesionales que saben como se llama su paciente y como evoluciona les doy las gracias por lo que han hecho por mi cuando he tenido la suerte de dar con uno de ellos.

A los que, aún teniendo la posibilidad de hacer bien su trabajo, no lo hacen, no les doy nada.  Si acaso, si yo fuera de poner quejas, pondría una tipo pancarta en la plaza del ayuntamiento para que todo el mundo supiera donde no ir cuando un dolor les da mala vida. Estos fisioterapeutas cansados de trabajar en estas condiciones de hoy en día tendrían que plantearse el siguiente asunto con seriedad: ¿estoy beneficiando a mis pacientes como cuando estudiaba la carrera pensaba beneficiarlos?, ¿me he quemado hasta el punto de no hacer bien mi trabajo, con descuido y sin gotita de amor?, ¿trabajaría de otra manera si tuviera más tiempo y cobrara mejor?... Que difícil, verdad?. Tener mas tiempo y cobrar mejor. Entonces, que hacemos?, cual es la solución?.

Personalmente he sufrido la experiencia de caer en manos de una fisioterapeuta, con cierta fama en el pueblo en el que vivo, para recuperarme de una operación de rodilla compleja, reincidente y con una técnica que no se practica mucho porque nadie suele romperse la rodilla tan bien y completa como me la rompo yo. Actualmente llevo cinco clavos repartidos entre la tibia y el peroné, uno de ellos sujetando exteriormente, bajo la piel, un injerto de tendón de Aquiles, de cadáver, que hace la función de Ligamento lateral externo y, a la vez, de Cruzado anterior, una maravilla nacida del ingenio de mi cirujano.

Soy deportista, mi profesión es el deporte y la rodilla me tiene que durar todavía unos años hasta que necesite una prótesis. Pues bien, aunque la fisioterapeuta me dijo que conocía mi lesión y como se había realizado la cirugía, me indicó unos ejercicios contraproducentes y durante las maniobras de movilización de la articulación hacía una técnica con la que veía las estrellas, que no recordaba de las otras veces que me había tocado rehabilitar la rodilla. Yo he rehabilitado y rehabilito rodillas, hombros, zonas lumbares, etc., y sigo haciéndolo. Me está prohibido por ley usar la palabra “rehabilitación” porque soy osteópata y no fisioterapeuta pero tengo experiencia en este trabajo y consigo resultados. Sabía que lo que estaba ocurriendo no estaba bien pero, pensando en que quizás fuera yo la que estaba desinformada, la dejé hacer, confiando en su profesionalidad.

Al mes, el cirujano me dijo que no volviera con esta mujer porque me estaba desinsertando el injerto y sacando el clavo hacia fuera. Volví a la clínica de rehabilitación para contarle a mi ex fisioterapeuta lo que me había dicho el médico y me llamó “miedica”. Me dijo que ella sabía mucho más de rehabilitar que los cirujanos, que cada uno a su tarea y que en quien debía confiar era en ella.

Lo que ocurrió ya no tiene remedio, ahí voy con mi clavo medio suelto en la esperanza de que la tibia se haga con el y deje de doler como todavía, un año después, duele.

Quiero pensar que esto que me ha ocurrido a mi es un caso aparte, un caso de falta de reciclaje y un “a mi me da lo mismo lo que tu necesites porque yo voy a hacer lo que me de la gana” y “no tengo la humildad para reconocer que no se trabajar con tu rodilla y todavía tengo que seguir aprendiendo a mis cuarenta y cinco años”.

Está claro que prefiero a los que no hacen casi nada que a los que lo hacen mal. Los primeros dejan paso a los que si hacen las cosas bien y ponen empeño y los segundos hacen daño. Pero lo que realmente me gustaría y prefiero es que si vamos a rehabilitación nos rehabiliten.

Y, finalmente, volviendo a los asuntos legales del nombre que define lo que hacemos las personas que trabajamos recuperando el movimiento que se ha perdido por la razón que sea y que, generalmente se acompaña de dolor, propongo que seamos Recuperadores del movimiento, fácil, sencillo, descriptivo, aunque un poco largo.

Besos

Vicky Timón

Carta 3. Movimiento por la vida

                                         Carta 3. Movimiento por la vida
            Estimados lectores, alumnos, amigos, esta carta parece un eslogan pro vida y no lo es, aunque en parte si, depende de cómo lo mires.
      Toda mi vida, desde que tengo recuerdo, me ha apasionado lo maravilloso que es el cuerpo humano. Su fuerza, elasticidad, flexibilidad, coordinación y resistencia y también la ausencia de las mismas.
 ü  ¿Porqué unas personas se mueven bien y otras no tan bien?
 ü  ¿En que reside la diferencia entre unos y otros?
 ü  ¿Cómo hacer para que el que no percibe el movimiento como algo natural y fluido llegue a entender su cuerpo y a amarlo tanto como para querer moverlo bien y entender lo que antes no entendía?
 ü  ¿Qué es lo que necesita aquel que, teniendo una excelente forma física, se lesiona en su deporte?

 ü  ¿Cuál es la manera adecuada de entrenar, en caso de no pertenecer ni a un grupo ni a otro, para mantener la salud a lo largo de toda la vida, que es una maratón de alta resistencia?
            
         Esas preguntas son mi motor, mi vocación nace con ellas y crece a medida que voy planteándome mas y mas cada día. Son preguntas a las que intento dar respuesta, en algunos aspectos ya estoy lista para examen y en otros todavía en fase de estudio, imagino que será así siempre porque siempre habrá algo que aprender y poner en práctica, siempre habrá un movimiento que observar pues el ser humano vive moviéndose y así nos mantenemos vivos.
            Sin embargo parece que nos hemos olvidado de esto, lo mismo es porque hemos perdido esa carga genética que antaño nos salía por los poros cuando, si no nos movíamos, podíamos ser devorados por un oso cavernario. No hace mucho subíamos mas escaleras, ahora cogemos el ascensor para subir a un segundo piso y también cogemos el coche para ir a hacer la compra, por pequeña que sea o cerca que esté la tienda, se acabó la época dorada de los carritos de la compra.
            Ahora realizamos tareas demasiado repetitivas durante demasiado tiempo, sin descanso, como manejar el ratón del ordenador o teclear en los teléfonos o en la tablet. Pasamos tantas horas haciendo este tipo de cosas que merece la pena invertir en aparatejos para paliar los efectos de las tendinitis de dedos, muñeca, codo y hombro.
            Me pregunto donde han quedado los juegos tradicionales de los niños en el parque, esas pistas de tierra para jugar a las chapas a las que le poníamos las caras de los futbolistas. Los “guas” súper redonditos y con la profundidad justa para sacar las canicas ganadoras… Hay madres que me cuentan que sus hijos todavía juegan a estas cosas pero yo no veo ni a los niños ni los rastros de sus juegos en la calle, la verdad es que también me cuesta ver parques en los que se permita hacer agujeros, el espacio externo se ha convertido en un “prohibido pisar el césped”, “prohibido perros”, “prohibido hacer pistas de chapas” y “prohibido salir de la puerta de tu casa hacia fuera”.
            Si reducimos espacio, reducimos movimiento. Si reducimos movimiento nuestras articulaciones dejan de nutrirse y lubricarse, los tendones se calcifican en cuanto los usamos un poco más porque no están acostumbrados a moverse, se sobrecargan, se lesionan y deciden volverse rígidos para que ya, nunca mas, podamos generar movimiento con ellos. Movimiento, movimiento….
            Aunque la vida haya cambiado, aunque estemos evolucionando hacia el sedentarismo a marcha extremadamente veloz, aunque creas que tu eres de los que se sigue moviendo, dale una vuelta a eso y muévete más pero muévete bien. Usa los dos brazos por igual, realiza movimientos fluidos y amplios, inicia la subida de los escalones cada vez con una pierna, lávate los dientes con una mano un día y al día siguiente con la otra. Tírate al suelo y revuélcate de vez en cuando, sostén el peso de tu cuerpo con los brazos, cuélgate de alguna barra cuando veas columpios e, incluso, tírate por el tobogán. Y, por supuesto, también puedes elegir una actividad deportiva, un tipo de ejercicio que te satisfaga para así programar tu esfuerzo físico y obligarte a hacerlo de manera continua.


Un beso a todos¡¡
Carta 2
Me duele aquí, ¿de que puede ser?
A veces vamos al médico y le decimos “es que me duele aquí” y nos señalamos una zona imprecisa, por ejemplo de la parte interna de la rodilla, y el médico nos toquetea, nos pregunta y finalmente nos manda una radiografía para tener alguna prueba diagnóstica. Nos hacemos la radiografía, vamos a casa y la miramos de arriba abajo, examinamos toda esa gama de grises con lupa y llegamos a la conclusión de que no tenemos ni idea de lo que muestra, vamos de nuevo al médico y nos dice “pues no parece que tengas nada porque la radiografía sale bien…”. Y tu, poco aliviado con la respuesta, le dices “es que me duele cuando hago esto o esto otro y mas por la noche que por el día…”.
            El médico sigue sin poder decir nada concreto y te manda unas pastillas analgésicas que realmente te alivian el dolor pero que cuando dejas de tomarlas el dolor vuelve y, entonces, vuelves al médico y ya te manda una resonancia magnética, con la que te quedas muchísimo mas contento porque sabes, y es que nosotros los pacientes sabemos todo acerca de la medicina, que todo este tiempo ha sido una pérdida de tiempo y que tu tienes algo muy malo ahí dentro que te está machacando irremediablemente una zona del cuerpo que se necesita para viviiiirrrrrrr.

Y a vueltas con la rodilla que, un día, deja de doler así para doler de otra manera, que mas tiene que ver con otras cosas, y para lo que seguimos tomando analgésicos y ya está.

Pero hay casos en los que el dolor aparece tras un accidente, una torcedura, un episodio inflamatorio, un algo… Entonces si, seguramente haya una causa clara que explique el dolor y un tratamiento para el mismo, pero en el caso anterior lo tenemos un poco clarinete.

Yo misma soy un ejemplo de lo desconcertante que puede ser la aparición de algo sospechoso en el cuerpo y como no soy muy de ir al médico seguí con mi problema un montón de tiempo hasta que ya me dolía mucho y tuve que pararme a pensar. Me habían salido unos bultitos en la segunda falange de los dedos de las manos, en todos menos en los dedos gordos. Ni pajolera idea de lo que era, artrosis?, líquido sinovial enquistado?, cáncer de huesos?, enfermedad rara?, todo esto y mas pasaba por mi cabeza, tengo una imaginación muy fecunda. Finalmente se lo comenté a una alumna que es médico y aquí tengo que decir que igual que los alumnos piensan que nosotros, los profesores, tenemos un montón de genes médicos insertados en el cerebro, nosotros, los profesores, pensamos que nuestros alumnos médicos tienen jornada de 24 horas tipo self service: sírvete en cualquier momento que yo nunca me canso de diagnosticar.

            Pues hablando y hablando resulta que seguro que estaba haciendo algo con las manos que me estaba produciendo esos bultitos. “Yooooooo?, pero que voy a hacer como para provocarme eso?”. Obsérvate - me dijo ella- y hablamos en un tiempo. Eso hice y, tachan!!, si que hacía algo, una cosa que debe venirme de muy atrás, tan atrás como miles de años porque se trataba de apoyar las manos como un mono, con los dedos flexionados, para levantarme del suelo, abrir las puertas correderas y hasta para presionar el botón de la cadena del inodoro. Lo mas, así como te lo cuento. Dejé de hacerlo y desaparecieron los bultitos.

            Conclusión, obsérvate, escúchate más, habla contigo, siente tu cuerpo y, sobre todo, cumple las reglas de la buena postura, siéntate con la cadera neutra, camina erguido, no te desparrames en el sofá durante horas y horas con el cuerpo abandonado de cualquier manera, coloca el ordenador frente a ti y no a un lado, incluye en tu vestidor los zapatos bajos que no solo de tacones vive la mujer, aleja los hombros de las orejas cuando estás realizando una tarea que te absorbe,… vamos, un montón de cosas que si me pongo a enumerarlas todas no termino.

            Y si tienes dudas, pregúntanos, si, a los profesionales, que aunque no sepamos que contestarte en el momento lo mismo nos da por pensar en el asunto y, de todos modos, nos gustará saber que confías en nosotros para traspasarnos tus inquietudes.

            Un beso a todos