Carta 3. Movimiento por la vida
Estimados lectores, alumnos, amigos,
esta carta parece un eslogan pro vida y no lo es, aunque en parte si, depende
de cómo lo mires.
Toda mi vida, desde que tengo
recuerdo, me ha apasionado lo maravilloso que es el cuerpo humano. Su fuerza,
elasticidad, flexibilidad, coordinación y resistencia y también la ausencia de
las mismas.
ü
¿Porqué unas personas se mueven bien y otras no
tan bien?
ü
¿En que reside la diferencia entre unos y otros?
ü
¿Cómo hacer para que el que no percibe el
movimiento como algo natural y fluido llegue a entender su cuerpo y a amarlo
tanto como para querer moverlo bien y entender lo que antes no entendía?
ü
¿Qué es lo que necesita aquel que, teniendo una
excelente forma física, se lesiona en su deporte?
ü ¿Cuál es la manera adecuada de entrenar, en caso de no pertenecer ni a un grupo ni a otro, para mantener la salud a lo largo de toda la vida, que es una maratón de alta resistencia?
Esas preguntas son mi motor, mi
vocación nace con ellas y crece a medida que voy planteándome mas y mas cada
día. Son preguntas a las que intento dar respuesta, en algunos aspectos ya
estoy lista para examen y en otros todavía en fase de estudio, imagino que será
así siempre porque siempre habrá algo que aprender y poner en práctica, siempre
habrá un movimiento que observar pues el ser humano vive moviéndose y así nos
mantenemos vivos.
Sin embargo parece que nos hemos
olvidado de esto, lo mismo es porque hemos perdido esa carga genética que
antaño nos salía por los poros cuando, si no nos movíamos, podíamos ser
devorados por un oso cavernario. No hace mucho subíamos mas escaleras, ahora
cogemos el ascensor para subir a un segundo piso y también cogemos el coche
para ir a hacer la compra, por pequeña que sea o cerca que esté la tienda, se
acabó la época dorada de los carritos de la compra.
Ahora realizamos tareas demasiado
repetitivas durante demasiado tiempo, sin descanso, como manejar el ratón del
ordenador o teclear en los teléfonos o en la tablet. Pasamos tantas horas
haciendo este tipo de cosas que merece la pena invertir en aparatejos para
paliar los efectos de las tendinitis de dedos, muñeca, codo y hombro.
Me pregunto donde han quedado los
juegos tradicionales de los niños en el parque, esas pistas de tierra para
jugar a las chapas a las que le poníamos las caras de los futbolistas. Los “guas”
súper redonditos y con la profundidad justa para sacar las canicas ganadoras…
Hay madres que me cuentan que sus hijos todavía juegan a estas cosas pero yo no
veo ni a los niños ni los rastros de sus juegos en la calle, la verdad es que
también me cuesta ver parques en los que se permita hacer agujeros, el espacio
externo se ha convertido en un “prohibido pisar el césped”, “prohibido perros”,
“prohibido hacer pistas de chapas” y “prohibido salir de la puerta de tu casa
hacia fuera”.
Si reducimos espacio, reducimos
movimiento. Si reducimos movimiento nuestras articulaciones dejan de nutrirse y
lubricarse, los tendones se calcifican en cuanto los usamos un poco más porque
no están acostumbrados a moverse, se sobrecargan, se lesionan y deciden
volverse rígidos para que ya, nunca mas, podamos generar movimiento con ellos.
Movimiento, movimiento….
Aunque la vida haya cambiado, aunque
estemos evolucionando hacia el sedentarismo a marcha extremadamente veloz,
aunque creas que tu eres de los que se sigue moviendo, dale una vuelta a eso y
muévete más pero muévete bien. Usa los dos brazos por igual, realiza
movimientos fluidos y amplios, inicia la subida de los escalones cada vez con
una pierna, lávate los dientes con una mano un día y al día siguiente con la
otra. Tírate al suelo y revuélcate de vez en cuando, sostén el peso de tu
cuerpo con los brazos, cuélgate de alguna barra cuando veas columpios e,
incluso, tírate por el tobogán. Y, por supuesto, también puedes elegir una
actividad deportiva, un tipo de ejercicio que te satisfaga para así programar
tu esfuerzo físico y obligarte a hacerlo de manera continua.
Un
beso a todos¡¡