CARTA 4. De verdad estás haciendo rehabilitación?
Para algunos seguro que me estoy metiendo donde no me llaman porque no soy médico rehabilitadora, ni fisioterapeuta, ni ostento titulación alguna relacionada con la sanidad, sin embargo, sí con la salud. En los años que llevo dedicada a mejorar la movilidad de la gente he visto y no dejo de ver, es más, la cosa se va acentuando, que las rehabilitaciones prescritas por los seguros médicos privados son insuficientes. No distinguen en edad ni condición física del paciente, no distinguen entre una patología aguda ni crónica ni post quirúrgica. Da igual si el paciente mejora o no, las sesiones ni se modifican ni se alargan lo necesario.

Y lo mismo que lanzo al aire mi enfado al respecto también elogio la labor de los fisioterapeutas que, aún estando metidos es ese sistema de locos roñosos, hacen su trabajo como si estuvieran cobrando normal y no míseramente, haciendo lo posible por sanar en los pocos minutos que les dejan usar por sesión. A esos profesionales que saben como se llama su paciente y como evoluciona les doy las gracias por lo que han hecho por mi cuando he tenido la suerte de dar con uno de ellos.

A los que, aún teniendo la posibilidad de hacer bien su trabajo, no lo hacen, no les doy nada.  Si acaso, si yo fuera de poner quejas, pondría una tipo pancarta en la plaza del ayuntamiento para que todo el mundo supiera donde no ir cuando un dolor les da mala vida. Estos fisioterapeutas cansados de trabajar en estas condiciones de hoy en día tendrían que plantearse el siguiente asunto con seriedad: ¿estoy beneficiando a mis pacientes como cuando estudiaba la carrera pensaba beneficiarlos?, ¿me he quemado hasta el punto de no hacer bien mi trabajo, con descuido y sin gotita de amor?, ¿trabajaría de otra manera si tuviera más tiempo y cobrara mejor?... Que difícil, verdad?. Tener mas tiempo y cobrar mejor. Entonces, que hacemos?, cual es la solución?.

Personalmente he sufrido la experiencia de caer en manos de una fisioterapeuta, con cierta fama en el pueblo en el que vivo, para recuperarme de una operación de rodilla compleja, reincidente y con una técnica que no se practica mucho porque nadie suele romperse la rodilla tan bien y completa como me la rompo yo. Actualmente llevo cinco clavos repartidos entre la tibia y el peroné, uno de ellos sujetando exteriormente, bajo la piel, un injerto de tendón de Aquiles, de cadáver, que hace la función de Ligamento lateral externo y, a la vez, de Cruzado anterior, una maravilla nacida del ingenio de mi cirujano.

Soy deportista, mi profesión es el deporte y la rodilla me tiene que durar todavía unos años hasta que necesite una prótesis. Pues bien, aunque la fisioterapeuta me dijo que conocía mi lesión y como se había realizado la cirugía, me indicó unos ejercicios contraproducentes y durante las maniobras de movilización de la articulación hacía una técnica con la que veía las estrellas, que no recordaba de las otras veces que me había tocado rehabilitar la rodilla. Yo he rehabilitado y rehabilito rodillas, hombros, zonas lumbares, etc., y sigo haciéndolo. Me está prohibido por ley usar la palabra “rehabilitación” porque soy osteópata y no fisioterapeuta pero tengo experiencia en este trabajo y consigo resultados. Sabía que lo que estaba ocurriendo no estaba bien pero, pensando en que quizás fuera yo la que estaba desinformada, la dejé hacer, confiando en su profesionalidad.

Al mes, el cirujano me dijo que no volviera con esta mujer porque me estaba desinsertando el injerto y sacando el clavo hacia fuera. Volví a la clínica de rehabilitación para contarle a mi ex fisioterapeuta lo que me había dicho el médico y me llamó “miedica”. Me dijo que ella sabía mucho más de rehabilitar que los cirujanos, que cada uno a su tarea y que en quien debía confiar era en ella.

Lo que ocurrió ya no tiene remedio, ahí voy con mi clavo medio suelto en la esperanza de que la tibia se haga con el y deje de doler como todavía, un año después, duele.

Quiero pensar que esto que me ha ocurrido a mi es un caso aparte, un caso de falta de reciclaje y un “a mi me da lo mismo lo que tu necesites porque yo voy a hacer lo que me de la gana” y “no tengo la humildad para reconocer que no se trabajar con tu rodilla y todavía tengo que seguir aprendiendo a mis cuarenta y cinco años”.

Está claro que prefiero a los que no hacen casi nada que a los que lo hacen mal. Los primeros dejan paso a los que si hacen las cosas bien y ponen empeño y los segundos hacen daño. Pero lo que realmente me gustaría y prefiero es que si vamos a rehabilitación nos rehabiliten.

Y, finalmente, volviendo a los asuntos legales del nombre que define lo que hacemos las personas que trabajamos recuperando el movimiento que se ha perdido por la razón que sea y que, generalmente se acompaña de dolor, propongo que seamos Recuperadores del movimiento, fácil, sencillo, descriptivo, aunque un poco largo.

Besos

Vicky Timón